“No son imágenes sentimentales, pero la soledad de la muerte aparece en cada una”.
¿Qué sigue después de ella? Nadie lo sabe aún. ¿Cómo evitarla? La pregunta más estúpida porque aún en la actualidad, con tanta tecnología, nos es imposible hacer un remedio para tan natural fin. ¿Paz? No al menos para los que quedamos aquí, puesto que la muerte significa olvidar paulatinamente a quien se fue, dolor, reproches a nuestra conciencia por no estar al lado de quien nos marcó… todo eso significa la finita existencia que nos acecha.
El polémico fotógrafo Andrés Serrano hizo una serie fotográfica que muestra los oscuros e impactantes cadáveres que yacen en la morgue, listos para ser cremados y desaparecer. Investiga las ideas de la muerte y nuestra relación con ella. Serrano estuvo trabajando con un patólogo forense para fotografiar los cuerpos que, sin querer, reflejan calma y una extraña belleza clásica. Cada persona es anónima con tomas que no permiten develar al 100 % su origen y tal vez gracias a esto y la luz que acompaña las tomas, podemos decir que cada pieza evoca un misterio cálido que hace un gran equilibrio entre la balanza de la fría muerte que desuela y la muerte esperanzadora.
“Solos ante la nada, ante lo que no podemos aceptar, prever o conocer”.
No son imágenes sentimentales, pero la soledad de la muerte aparece en cada una. Con leyendas que refieren la causa de la muerte, el público podría considerar que son aterradoras, pero más bien, rememoran el dolor que aquellos que yacen ahí pudieron haber sufrido.
Serrano ha sido acusado de perversión, herejía y vulgaridad por el cúmulo de obras que tiene en su haber; sin embargo, esa aproximación que hace a la vida y la muerte simplemente podría verse con tono filosófico. Siempre utilizando el cuerpo –porque lo considera lo más real–, en su serie “The Morgue” retrata cómo se muere en la contemporaneidad, se centra en los detalles y texturas de ese cuerpo que se ha extinguido. Muertos que esperan la autopsia, sin duda, pero que también nos hablan de lo cruel y duro que puede ser el proceso mortuorio para esas familias que nunca más los recuperarán: el accidente, la violencia, la enfermedad, la vejez, descuidos, suicidios, todos convergen en la mesa de autopsia, delante de unas manos frías cubiertas con látex que intentan descifrar qué los llevó a terminar ahí.
“‘The Morgue’ retrata cómo se muere en la contemporaneidad, se centra en los detalles y texturas de ese cuerpo que se ha extinguido”.
Cadáveres que nos recuerdan los ritos funerarios de hace más de un siglo en los que, después de morir, las fotografías marcaban el último recuerdo de aquellos que ya no estaban. Parecen dormidos, pero la palidez de sus cuerpo, el inevitable corte transversal que nos permite hablar de una muerte provocada, la calcinación casi total después de un accidente y la sensación amarga que nos deja la huella de unos ojos intensos que miran a la nada, nos recuerdan que han muerto.
Andrés Serrano expuso en Francia una fotografía en la que se observa un recipiente lleno de orina con un crucifijo adentro. La fotografía se ha prohibido en Estados Unidos y Australia. Además, un grupo de 500 personas pidió que el Museo Contemporáneo de Arte Privado en Avignon la retirara por la sensibilidad cristiana. El artista ha recibido amenazas de muerte y cartas de odio a causa de la obra.
A pesar de la polémica, ganó el premio de Artes Visuales del Southeastern Center for Contemporary Art’s, con el que recibió 15 mil dólares, más 5 mil extras. El artista también ha realizado exposiciones con su semen, heces, cadáveres y sangre. Siempre mira con asombro los detalles de su obra, muestra con agresividad cada una de sus piezas para lograr la misma sensación en el espectador, quien al mismo tiempo se siente atraído y disgustado por sus imágenes.
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