No se trata de impunidad. No se trata de que se estén muriendo soldados a costa de los ataques de las FARC, ni mucho menos de una humillación de las fuerzas armadas, o, de estar ad portas del castro-chavismo como tesis ideológica de la ultraderecha colombiana.

El 27 de mayo se conmemora el aniversario N° 51 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- FARC-EP-, una de las guerrillas más viejas del mundo que desde hace ya 2 años y medio más o menos se encuentran sentadas frente a frente con el gobierno Nacional, conversando entre iguales, como deben hacerlo los viejos contrincantes de guerra que buscan una salida negociada al conflicto.

Este mismo día se da a conocer, que, en los bombardeos perpetrados por las fuerzas armadas en el Cauca y el Chocó, caen abatidos “Jairo Ramírez” y “Chaqueto”, ex miembros de la mesa de negociación de la Habana, junto a otros 45 guerrilleros.

Vuelve y tambalea el proceso; de hecho empezó a tambalear desde que el presidente Santos anunció reanudar los bombardeos y las FARC terminaron el cese unilateral al fuego.

Y es que, la crisis que vivió el proceso a partir del asesinato de los 10 militares en el Cauca por parte de esta guerrilla nos deja en evidencia la necesidad de un cese bilateral al fuego por parte de los actores en confrontación. Acá no se trata de hablar de buenos o malos, porque ambos le han puesto cifras a la guerra y atropellos contra la población civil se ha visto de lado y lado.
El sesgo ideológico en el que se encuentra sumergido el debate radica en el mismo desconocimiento de la historia de nuestra oscura guerra, en donde como siempre, cuando ocurren este tipo de fenómenos salen como Buitres los enemigos del proceso a hacer campaña política con los muertos que nos deja negociar en medio del conflicto, desconociendo, que son los mismos de clases bajas los que se están matando vistiendo un uniforme diferente.
En ese sentido, las tesis que se manejan desde la ultraderecha en contra del proceso caen en la falsedad y en la hipocresía:
  1. Al centro democrático en realidad, no creo que le preocupe mucho el tema de la impunidad y de que los guerrilleros no paguen cárcel como ellos dicen que debería de ser, ya que si echamos una mirada al pasado, nos encontramos con un proceso de paz en Ralito-en Tierra Alta Córdoba- en donde no sólo se negoció de espaldas al país, sin una agenda clara y con unos delegados que nunca se conocieron a ciencia cierta, sino que también, los paramilitares durante el proceso siguieron asesinando, desplazando, despojando tierras y ejecutando masacres, lo cual se convierte en cinismo y en falta de respeto con los colombianos, que hoy los mentores de ese proceso hablen de impunidad y de una supuesta preocupación por el hecho de que los miembros de las FARC no pasen por una cárcel.
Ahora bien, el tema de la impunidad y de los guerrilleros que no irán presos en este proceso, también se convierte en hipocresía política por parte de los uribistas. Si bien en el proceso llevado a cabo con los paramilitares, algunos se encuentran presos y otros fueron extraditados a los Estados Unidos, el debate gira en torno a si en realidad los creadores del paramilitarismo en Colombia están siendo juzgados en una corte. Recordemos los muchos políticos, empresarios y ganaderos que apoyaron este proceso, además del hecho de que a esta ley se acogieron muchos narcotraficantes para recibir unos beneficios que nunca se cumplieron por parte del gobierno de Uribe.
  1. Es tan absurdo pensar que se van a dejar de morir soldados en una guerra prolongada, como hablar de buenos y/o malos en este proceso. Esto es política, no una iglesia maniqueista del siglo XV, y en este conflicto de más de 50 años, se bombardea todos los días y se muere gente todos los días: guerrilleros, militares y población civil.
La única forma de humanizar la guerra es acabando con ella, por lo cual quienes piensan que los militares están siendo humillados por las FARC, deberían de tener en cuenta que durante la seguridad democrática del expresidente Uribe, murieron más soldados que en el tiempo que lleva el proceso en la Habana. Claro, pedir más guerra es muy fácil detrás de un computador y alejado del territorio donde se confronta.
  1. De nuevo caen en la hipocresía los miembros del centro democrático al declararse el único partido de oposición en Colombia. Deberían dejar de decirle mentiras al país y de estar engañando a la gente con demagogia. En los temas sustanciales y estructurales de la nación, como el modelo económico neoliberal, fundamentado en el plan de desarrollo, Unidad Nacional y centro democrático no encuentran diferencias. Sólo se pisan los zapatos la misma derecha en lo que concierne al proceso en la Habana y en relaciones internacionales, particularmente la relación de Colombia con los vecinos. Lo más seguro es que si los diálogos salen provechosos se tengan que tragar ese argumento ya que se quedan sin a que hacerle oposición.
  1. Por último, me parece pertinente dejar claro que ese tal “castro-chavismo” es la tesis más patética que se le ha ocurrido a Uribe y a sus amigos. No es posible que un presidente de la élite bogotana como Juan Manuel Santos simpatice con el comunismo y con modelos alternativos al capitalismo, en realidad eso no tiene fundamento. El modelo extractivista neoliberal ejecutado en la administración de nuestro actual presidente desmonta toda esa blasfemia.
El mismo proceso pensado desde las élites tiene por objetivo económico la recuperación del territorio para la llegada de las multinacionales y transnacionales, proceso en el cual, fue fundamental la seguridad democrática y Uribe es un alimentador más del neoliberalismo como forma de administrar el Estado.
En síntesis, el problema que tienen los uribistas con el actual proceso de paz es un problema de intolerancia política. Durante la administración del expresidente se cogobernó con los mafiosos y con los criminales. Como ya lo dije líneas arriba, no se le está entregando el país a la guerrilla como ellos dicen, en un eventual acuerdo entre las partes, creería uno que las FARC no van a hacer parte de la Unidad Nacional, por lo tanto no estamos próximos al comunismo.
Como siempre nos ha demostrado la historia, la intolerancia que aún se mantiene con el actual proceso de paz, utiliza los muertos de lado y lado como forma de impactar en el imaginario social con fines políticos. Este país se merece la guerra, es nuestro derecho y no nos lo podemos dejar arrebatar en este momento histórico.
“Somos la generación de la paz y para la guerra nada”.
Fuentes: